El sistema solar no es lo que era…

Parece que el mes de agosto es el más idóneo para remover los cimientos de nuestro Universo. Ante la falta de noticias, tan propia de la época estival, los medios de información se han puesto a publicar descubrimientos y novedades astronómicas tan interesantes como importantes para facilitarnos la comprensión de nuestro entorno.
En primer lugar, hace unos días nos encontramos en la mayoría de mediosc con la existencia de pruebas presuntamente concluyentes de la existencia de la materia oscura, una materia que no vemos y que no emite radiaciones que podamos medir o percibir con nuestros medios técnicos actuales, pero que podría influir de forma determinante en algunos de los efectos gravitacionales que hasta la fecha carecían de explicación.

Realmente, si lo piensas, el nombre es cojonudo. Tenemos el universo, que tiene pinta de ser oscuro, al menos desde aquí (no vamos a entrar en rollos sobre el vacío, los fotones y demás). Entonces, necesitamos definir una materia que no se ve. Y está en el espacio. A ver… ¡Materia negra! No, no me acaba de convencer… ¡Materia invisible! No, eso me suena a bragaza. ¡Materia oscura! Ésta no está mal, porque como no tenemos ni idea de lo que es…

Pues no contentos con inquietarnos con la existencia de una materia desconocida en el universo que provoca alteraciones gravitacionales de algunos cuerpos (con respecto a lo que en ellos sería esperable, claro), ahora cogen y se ponen a discutir si Plutón es o no un planeta.

La clasificación de Plutón como planeta ha sido controvertida, desde su descubrimiento en 1938 por Clyde William Tombaugh, principalmente a causa de su tamaño y sus extrañas “relaciones” con otros cuerpos de su entorno, que hacen que su órbita sea algo errática.

Por lo visto, toda la cuestión gira en torno a la definición de “planeta”, algo en lo que la Unión Astronómica Internacional (IAU) parece haberse puesto ya de acuerdo, y que, según todos los pronósticos, provocará que Plutón entre a formar parte de una nueva categoría de cuerpos (“planetas enanos” o, incluso, “planetas del tipo de Plutón”), junto con otros cuerpos de reciente hallazgo, como el también controvertido 2003 UB313.

Todo esto sería muy interesante si no fuese por la confusión que provoca entre las personas que tenemos conocimientos muy elementales sobre la materia. A mucha gente le parece importante saber cuántos planetas hay en nuestro sistema solar. Sin embargo se trata de una cuestión estrictamente aristotélica, es decir, clasificatoria: con la cantidad de cuerpos que circulan por ahí afuera, lo de menos es cómo les llamemos. Lo importante es conocerlos y poder predecir sus órbitas, no sea cosa que nos venga otro gran destructor y nos triture en plan “independence day” o “the war of the worlds”.

Sí, sí, todo esto es muy interesante. Pero ¿alguien sabe de qué está hecho el caldofrán?.

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