Un domingo en Hong Kong

Hoy me he tomado el día con calma; llevo ya una semana en China y todavía no me había tomado un día de descanso, así que me he levantado a las 11:00 y me he ido directamente a coger el Tramway que lleva desde Hong Kong hasta Victoria’s Peak, una colina desde la que se puede contemplar la isla de Hong Kong y buena parte del continente. Si no fuese por la niebla -perdón, por la contaminación- la vista sería simplemente increíble.

Un autobús 15C, de dos plantas y descapotado, me ha llevado directamente desde el muelle del star ferry hasta la parada del tranvía, donde me he enterado de que en la cumbre hay una pequeña sucursal del Madame Tussaud’s, el mítico museo de cera londinense, en el que estuve hace unos 15 años.

Al llegar a la última parada, he tenido algunas sensaciones contradictorias: se trata de un lugar en el que los habitantes pudientes de la ciudad construían sus residencias hace años y que ahora cuenta con dos centros de ocio repletos de tiendas, restaurantes de comida rápida y una terraza desde la que se obtienen unas vistas inmejorables de Hong Kong.

Sin embargo, me ha parecido más de lo mismo: tiendas caras, bazares baratos, vistas espectaculares, millones de personas… Es lo que he visto en Hong Kong desde que llegué ayer, y me encanta, pero no me ha aportado gran cosa. Sin embargo, sí que me ha encantado el paseo organizado -porque existe una ruta, no porque te acompañe o dirija alguien- alrededor de la cumbre, que te permite andar cerca de tres kilómetros y ver distintas perspectivas de la isla. Hasta he tenido tiempo de hacerle una foto a esta hormiga gigante que me he encontrado en la primera parte del recorrido, con el fondo de los rascacielos de Hong Kong.

Ya de vuelta en la ciudad, he quedado a tomar una Tsing Tao -me estoy empezando a volver un adicto a esta marca- con Elena Bisbal, la directora de la oficina del IVEX en Hong Kong, con quién he compartido cerca de dos horas de conversación sobre la vida en China y nuestras respectivas organizaciones; ha sido uno de los momentos más agradables de este viaje y desde este momento quiero agradecerle el esfuerzo que ha hecho para organizarme la agenda por aquí, ya que gracias a ella voy a mantener durante los próximos dos días varias reuniones al más alto nivel, tanto empresarial como institucional.

Hong Kong no es China; de hecho, es una región con un régimen especial, pero en todo lo demás sigue teniendo poco de China. El idioma -inglés o cantonés, poca gente habla el mandarín-, la organización y los precios, entre otros muchos factores, hacen que uno se sienta en un trocito de occidente emergiendo de la costa meridional de China. Sin embargo, debido a las dimensiones de la isla, su importancia económica y el crecimiento imparable de su skyline, uno se pregunta si Hong Kong es el Manhattan de China o si Manhattan en realidad es un pequeño Hong Kong exportado a los Estados Unidos.

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