Canción del domingo: ojalá (Silvio Rodríguez)

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Segundo domingo del décimo mes del cuarto año de la segunda década del siglo XXI. 9 de octubre de 2016, día de la Comunidad Valenciana. Desde aquí quiero enviar un saludo a Jaume I por haber reconquistado Valencia hace 738 años y, bueno, en fin, pues eso.

Seguro que muchos no sabéis que el día de la Comunidad Valenciana coincide con San Dionís, el patrón de los enamorados por estos lares. No es una coincidencia; parece que, precisamente, una de las primeras celebraciones registradas un 9 de octubre en Valencia fue una procesión a San Dionisio en 1338, en la que se le imploraba el fin de las malas cosechas, algo sin duda muy práctico y que propició la proliferación de ese perfil de valenciano bajito, calvo y regordete, rojo como un noruego tras dos días en Cullera, que todos conocemos.

Yo no soy nadie para hablar del amor y ya sabéis lo que opino de los consejos, pero no quiero perder esta bonita oportunidad para hablaros de la mala relación que existe entre los (des)enamorados y las redes sociales.

Seguro que sabes a qué me refiero y que tienes en tu cabeza a alguien cuyas publicaciones en redes sociales te dan un poco de vergüencita ajena.

Se trata de contenidos que cumplen, con mayor o menor precisión, cuatro normas de estilo muy básicas y bien definidas:

  • las creó -todas- un tipo que estaba pasando la peor resaca de la historia, probablemente desde el maletero de su propio coche;
  • como le daba vergüenza publicar esa mierda, pensó que sería una buena idea atribuir su autoría a Benedetti, García Márquez, Pérez Reverte, el Dalai Lama, Confucio o, incluso a Paulo Coelho; vaya cabrón, como si Paulo Coelho no tuviese ya bastante mierda como para colapsar facebook tres veces.
  • utilizan, al menos, tres tipografías distintas, cuyos autores jamás esperaron ver a menos de 300.000 millones de pixeles de distancia.
  • están acompañadas de fotografías de caminos, estrellas, manos, niños, abrazos o cualquier otra imagen deprimente robada de un catálogo de fotos de stock a punto de cerrar.

El problema de las indirectas pasivo-agresivas publicadas en las redes sociales es que no suelen generar el efecto deseado. Es muy probable que hayas pasado un ratazo frotándote las manos y pensando el devastador efecto que provocará en la persona a la que va dirigida, mientras que el resto de tus amigos elogian tu ingenio.

Querido amigo, esto no funciona así. Jamás.

En el mejor de los casos, tus amigos se reirán de ti a escondidas y el destinatario de tu lamentable post ni siquiera sabrá que lo has publicado porque tu existencia ha pasado a un nivel de su inconsciente habitado hasta ese momento sólo por los comerciales de Telefónica y Vodafone.

Olvida facebook, las indirectas y a Coelho y aprende de Silvio Rodríguez:

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal
ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo
ojalá que la luna pueda salir sin ti
ojalá que la tierra no te bese los pasos

Desde que la escuché por primera vez allá por el año 95, siempre he pensado que Ojalá es el mejor ejemplo que existe de cómo enviar a la mierda a alguien con estilo, sin estridencias, ni malos gestos.

Ojalá es un deseo desesperado de que el mundo cambie y de que puedas volver a tu realidad sin tener que interpretarla a través de esa persona que la ha vuelto del revés. Seguro que esto te suena de algo y si no es así, lo siento mucho por ti. De verdad.

Para esta ocasión he rescatado un fragmento del documental homónimo en el que vemos a Silvio Rodríguez interpretando su obra maestra en distintos barrios de la capital cubana; no es mi versión favorita, ni la tuya, pero me ha gustado volver a ver La Habana a través de los ojos de Silvio. Si quieres escuchar la original, aquí la tienes:

Durante muchos años se interpretó esta canción como un canto a la revolución y al nuevo régimen cubano. Sin embargo, Silvio explicó una vez que la compuso pensando en una novia que tuvo y que le dejó de un día para otro.

En sus propias palabras:

«Y porque fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo otro»

¡Ay el amor!

Esta confusión me recordado a un fragmento de Come, reza, ama, el libro de Elizabeth Gilbert que ha hecho que el centro de Bali lleve más de una década lleno de veinteañeras mochileras:

«Tengo una amiga, Débora, psicóloga, a quien la ciudad de Philadelphia le pidió ofrecer apoyo psicológico a un grupo de refugiados del mar, camboyanos, que acababan de llegar a la ciudad. Débora se sentía intimidada, esos camboyanos habían vivido el genocidio, la inanición, el asesinato de sus familias ante sus propios ojos, años en campos de refugiados y terroríficos viajes en barco a occidente. ¿Cómo iba a poder identificarse con sus sufrimiento? ¿Cómo iba a poder ayudarles? Pues, ¿a que no sabéis de qué querían hablarle todos esos a mi amiga Débora la psicóloga? De que si conocí a un chico en el campo de refugiados y creía que me quería pero cuando nos separaron en el barco se fugó con mi prima y ahora dice que me quiere a mi, no deja de llamarme, ellos están casados, ¿qué hago? Aún le quiero…

Así somos. En fin, aquí me tenéis, con la novena generación de chamanes, y ¿qué quiero preguntarles? ¿Cómo me acerco más a Dios? ¿Cómo salvamos a los niños que se mueren de hambre en el mundo? No, quiero que me hable de mi relación.»

Supongo que todos, antes o después, acabamos compartiendo pulsiones basadas en el enfrentamiento entre nuestras expectativas y la realidad. Al fin y al cabo, el amor -y sobre todo el desamor– es lo que mueve el mundo, junto con el sexo y la pasta.

La influencia de Silvio Rodríguez en la canción de autor y en la cultura cubana de los últimos 30 años es incalculable. Si no le conoces, te animo -MUCHO- a que le sigas y que disfrutes sin prejuicios de su talento.

Mientras tanto, ¡que disfrutes de un gran domingo!

Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

PD: aquí tenéis la lista con -casi- todas las canciones del domingo hasta la fecha

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