
El hecho es que después de comer hemos ido a dar una vuelta por el CEU y me he encontrado con un buen número de carteles con la leyenda “dirección que debe seguirse” y un flecha indicando la dirección en cuestión. Ya de por sí, se trata de una indicación bastante molesta tratándose de una universidad, ya que lo normal es que cada uno vaya donde quiera por donde quiera, y eso por no entrar en cuestiones gramaticales o estilísticas.
Lo realmente cojonudo del tema es que la mayor parte de estos carteles estaban situados en lugares en los que era materialmente imposible seguir una dirección distinta a la indicada. A modo de ejemplo, podéis ver la fotografía que acompaña este párrafo (definición pobre:móvil).
Las opciones, desde la perspectiva de cualquier persona que se encuentre de frente con la indicación y tenga que valorar el siguiente paso son, a bote pronto, cinco:
- Hacer caso a la señal y girar a la izquierda (¡buen chico!).
- Volver por donde uno ha venido, en cuyo caso dejará de ver la señal y el sujeto dejará de estar obligado a cumplir la indicación (no está mal).
- Incumplir la indicación e introducirse en el armario (ojo, luego hay que salir del armario).
- Incumplir la indicación y tirarse por la ventana (la foto está tomada en un cuarto piso).
- Aprovechar un agujero de gusano cuántico y teletransportarse a través de otra dimensión (Trekkies’ power).
No sé cuál es el motivo exacto que ha llevado al CEU a colocar esos carteles pero, desde luego, si lo que pretenden es que los alumnos obedezcan las señales, lo han conseguido.
Cosas de la universidad, oyes.
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