Mi abuela Pilar

El martes mi madre me contó con preocupación que mi abuela no se encontraba bien: respiraba con dificultad, aunque no se quejaba. Por la tarde la llevaron al hospital y las pruebas revelaron que varios órganos habían empezado a fallar. El alzheimer, entre otras cosas, provoca que el dolor no se distinga como un estímulo negativo, por lo que estaba muriéndose, pero era incapaz de quejarse.

Así las cosas, ayer metí precipitadamente en la mochila cuatro cosas y me vine a trabajar a la oficina de Alcoy, con la esperanza de pasar a visitar a mi abuela por la tarde. Pasé un día regular entre prisas y líos y sobre las 19:00 me escapé del despacho.

Mientras conducía hacia el centro de respiro del Preventorio me llamó mi tío Javier para preguntarme dónde estaba; cuando le dije que estaba subiendo a ver a mi abuela, se echó a llorar y me colgó el teléfono. No hacía falta explicar mucho más. Lo cierto es que no recuerdo cómo remonté el puerto de montaña en mi coche, bajo una espesa cortina de lluvia fría y oscura, pero sí que recuerdo que cuando llegué mi abuela estaba tumbada en su cama, acompañada por mi abuelo, mi madre y mis tíos, con los ojos cerrados, la boca abierta y las manos juntas. Había muerto cinco minutos antes. Tan sólo cinco putos minutos antes de que yo llegase.

Lo primero que pensé fue que podía haber salido antes del despacho, que podía haber ido por la mañana a ver cómo se encontraba, que tenía que haberla visitado más veces, que he sido y sigo siendo un mal nieto… sin embargo, nada de todo esto hubiese salvado a mi abuela de una muerte tranquila y plácida, pero cruel.

Como ya comentaba en este blog hace unos meses, el alzheimer es una enfermedad cruel e injusta; ahora he descubierto que también es una enfermedad cobarde, porque destruye la resistencia, la memoria y la conciencia del enfermo, pero no se atreve a matarlo, y deja la consumación de su cruenta labor en otras manos. En el caso de mi abuela, ha sido el fallo de varios órganos, provocado por un problema de irrigación sanguínea, lo que ha acabado con su pequeña vida. Ha muerto como siempre ha vivido, plácida y discretamente y rodeada de sus seres queridos; aunque yo llegase cinco putos minutos tarde.

Mi abuela ha sido un ejemplo para todos por muchas cosas, pero sobre todo por su honestidad, su sencillez, su carácter conciliador y su bondad inacabable e inquebrantable. “Es un ángel” repetía mi abuelo en el momento en que yo entraba en el cuarto y confirmaba lo que mi mermada intuición gritaba dentro de mi cabeza. No sé si mi abuela era un ángel, pero es lo más parecido a la imagen que tengo de un ángel que me he encontrado en esta cochina tierra.

El alzheimer ha cumplido su cruel ultimátum: ha acabado con la salud física y mental de mi abuela y la ha dejado sola, indefensa y asustada al borde del abismo. Ayer llegó el empujoncito que faltaba para que mi abuela emprendiese un viaje sin retorno en el que no está sola, porque aún vive en nuestros recuerdos, esos recuerdos que le habían robado y que perduran brillantes y vivísimos en nosotros.

Aún no he asumido que nunca más veré a mi abuela Pilar; no creo que algo así llegue a asumirse nunca, sino que uno acaba acostumbrándose a no ver a la persona querida a fuerza de endurecer el alma y encallecer el corazón.

Mi abuela ha fallecido, pero siempre perdurará viva y alegre en los recuerdos de mi familia, como el elemento aglutinador que era y como el ángel que ahora ya es. Descansa en paz abuela y perdóname por no haber llegado a tiempo de decirte por última vez lo mucho que te quiero.

5 comentarios sobre “Mi abuela Pilar

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  1. Luis, Dios ha querido que sea asi, por algo será……, eso diria ella….. Esta puta enfermedad, como bien dices, cobarde y traicionera hace que nos sintamos un poco menos capaces de llegar a viejos, pero ahi esta la muy canalla.Quedate con el consuelo de haber sido para ella su primer nieto, algo muy especial, muy querido, desde las alturas, estará cuidando de todos, no lo dudes, asi es, estoy convencido, ella es asi, no digo era porque sigue estando entre nosotros, puede ser que para algunos se haya ido, no para otros, ayer, tu Madre, comentaba que no podia oir alguna de las canciones que cantaba, ni las queria recordar, estas son las cosas que en estos momentos hacen salga una lagrima sin querer, a los que la hemos oido tantas veces cantar la cancion de capitanes intrepidos, o recitar alguna poesia, pero todo lo que ahora es amargura, estoy convencido, con el tiempo, se convierte en recuerdos imborrables de cariño y admiracion hacia ella, todavia es muy pronto para superar esta amargura, es tu Abuela!!!, repito, no digo era tu Abuela, algo muy grande, yo tambien he tenido…., Pilarin, como la llamaban en Jalance, seguira en tus recuerdos siempre.Pero Luis, no se ha ido, está y estará siempre con todos nosotros, no podemos verla, pero si sentir que todavia sigue entre nosotros, porque os ha querido mucho y le habra pedido a Dios permiso para acompañar a su familia, tambien es posible que si Dios prefiere que le haga compañia, en mas de una ocasion, con cara de pillina y al menor descuido se baje un rato y siente al lado de cada uno de sus familiares, el que mas la necesite en ese momento, no te quepa duda.Intenta recordarla en Jalance, su paraiso, ahora ya tiene alas, podra acudir a la llamada de su familia de forma inmediata, estoy convencido.Un beso

  2. Mi más sincero pésame a ti y a toda la familia, Luis. Tuve la suerte de coincidir con tus abuelos un par de veces y tienes toda la razón en que tu abuela parecía un ángel. A decir verdad, siempre que les veía pensaba que me gustaría llegar a mayor como ellos, siempre el uno junto al otro, apoyándose, y eso les convirtió en un ejemplo a seguir para mí también. Y así ha sido hasta el final, un final, como dices, plácido y discreto, rodeada de sus seres queridos (digas lo que digas, tú también estabas allí); algo que, sin duda, quedará para siempre, como quedarán esos veranos en Jalance, esos momentos de felicidad que la ayudaron a seguir siendo esa persona sencilla, honesta y conciliadora hasta el último momento. Lamento no poder hacer mucho más desde la distancia, pero no hace falta decir que si puedo ser de alguna ayuda podéis contar conmigo para lo que haga falta. Cuida de tu abuelo, tu madre, tus tías y tu hermano, ¿vale? Yo sé que ellos cuidarán de ti. Nos vemos en Navidad. Un abrazo fuerte para todos. Coki

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