Esta campaña se engloba dentro de la polémica surgida hace unos meses acerca del período extraordinariamente largo durante el cuál Google almacenaba los datos de las búsquedas de sus usuarios (24 meses) y que se comprometió a reducir hasta los 18 meses.
Éste es precisamente uno de los temas que he tratado en varias ocasiones en este blog -a modo de ejemplo, aquí y aquí-, el uso que hacen muchos bots de la información que recuperan de Internet, que tratan, indexan, almacenan y ceden sin nuestra autorización y sin ningún tipo de control.
Siempre existirá la excusa de que esta forma de tratar los datos es necesaria para poder prestar un servicio eficiente de búsqueda y, en efecto, nos encontramos en un momento en el que son los ciudadanos quiénes, a través, de las herramientas propias de la web 2.0 como twitter o los propios blogs, cada vez tienen menos reparos de mostrar al mundo sus interioridades.
Sin embargo, nos hallamos ante una suerte de cinta de moebius y este razonamiento nos vuelve a llevar a la casilla de salida: no porque publique mis datos en mi blog o en un medio con acceso público alguien -o algo- puede recogerlos, tratarlos, sistematizarlos y cederlos al mejor postor sin mi consentimiento ni mi conocimiento.
Quizá nos dirigimos, por fin, hacia una nueva generación de buscadores, en los que lo importante no sea sólo el algoritmo empleado para posicionar los resultados, sino también el empleado por el motor de recuperación e indexación de los contenidos.
O tal vez no, claro.
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