Lo primero que me vino a la cabeza fue “no sabía que Ikea también tuviese agencias de viajes”; a continuación empecé a pensar que quizá se trataba de una broma, pero cuando -varios días después- accedí a la página web de la agencia, pude comprobar que, en efecto, se trata de una empresa bilbaina, que nada tiene que ver con el gigante sueco.
Desconozco si el término ikea tiene algún significado en euskera (creo recordar que ike es una especie de montaña), pero el caso es que la semejanza del nombre, los colores empleados e, incluso, la tipografía con las de la marca sueca, una de las más reconocidas y valoradas del mundo, tiene muy poco de inocente. Revisando antecedentes, he comprobado que la agencia de viajes se creó unos pocos años después que “la otra Ikea”, en concreto unos cincuenta años después, y que el azul y el blanco son los colores de la bandera sueca, motivo por el cuál se encuentran en el logo de la primera Ikea.
¿Casualidades de la vida? Recuerdo que uno de mis profesores me dijo que es posible que dos personas en distintos lugares sean capaces de crear una misma obra o invención de forma simultánea sin conocerse o conocer las obras o bases de la obra del otro, pero que esa posibilidad normalmente no deja de ser más que eso, una simple posibilidad, porque lo más probable es que una de las dos obras se encuentre contaminada, inspirada o, simplemente, haya sido plagiada de la otra. En este caso, como en tantos otros, la navaja de Occam nos allana bastante el camino, pese a no ser uno de mis métodos preferidos.
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