FIT Caribe 2008

El jueves 24 de abril, en pleno apogeo de las fiestas de moros y cristianos de Alcoy, me escapé haciendo un mutis por el foro a San Juan de Puerto Rico, una pequeña isla caribeña situada al sureste de Cuba y de la República Dominicana, donde la Tunamérica organizaba el II Festival Internacional de Tunas del Caribe (FIT Caribe).

 

La ida, vía Madrid y Santo Domingo, resultó muuuy larga, en especial por el resfriado y los seis días de juerga que llevaba en el cuerpo, tras las fiestas de moros y cristianos. Sin embargo, los males empezaron a disiparse tras el primer Barceló que me tomé con Luisga en el aeropuerto de la República Dominicana apenas dos horas antes de aterrizar en el aeropuerto de San Juan. La foto de la derecha refleja este momento.

Contrariamente a lo esperado, el jet lag no hizo gran mella en nosotros, salvo por el hecho de que no nos acostamos más tarde de las 02:00 ni nos levantamos después de las 08:00 ninguno de los cinco días que pasamos en la isla. Bueno, visto de esta forma es posible que sí que nos afectara algo…

El Certamen, como tal, resultó divertidísimo, quizá sea en el que más me reído de todos en los que he estado, y no sólo por el entorno o por el hecho de estar en la otra orilla del charco, sino sobre todo por la gente de la Tuna de Farmacia de Granada con la que asistí. Buena gente, con un ambiente fantástico y mucha tunería en el cuerpo. Gracias por acogerme y permitirme disfrutar de unos días increibles con vosotros.

La veteranía es un grado y por este motivo, nuestras mejores actuaciones no tuvieron lugar en el escenario -donde participamos dignamente pese a ser tan sólo 11- sino en la calle, en especial en dos locales del Viejo San Juan que llenamos hasta la bandera: «El Patio de Sam», donde comimos y cenamos casi todos los días (aquí un vídeo cantando «el milagro de tus ojos», aunque apenas se escuche nada) y la sede boricua de «Casa botín», el restaurante madrileño considerado el más antiguo del mundo, y en el que incluso pudimos asistir a un cuadro flamenco el domingo por la tarde, que rematamos cantando unos boleritos con los componentes del grupo.

El Viejo San Juan es un lugar mágico, lleno de contrastes, en el que puedes encontrar casas desvencijadas, pubs, restaurantes, sedes del gobierno de los Estados Unidos o tiendas de algunas de las marcas de ropa más conocidas del mundo a precios irrisorios, y que algunos de los miembros de mi tuna acabaron reventando; cosas del cambio de moneda…

La guinda del fin de semana la puso una pequeña actuación que Paco, Luisga y yo hicimos en un muelle privado y casi destruido del Boulevard, al que nos dio acceso un viejo pescador de la zona, en el que pudimos cantar «Mi viejo San Juan» y «Puerto Rico» al arrullo del caribe, el mar que ha acompañado nuestras andanzas durante estos cinco días inolvidables en la vieja Borinquén.

Por último quiero agradecer a la Tunamérica de Puerto Rico el trato exquisito dispensado, en especial a nuestro amigo Morgan Freeman y a la señora que nos freía las alcapurrias y los mofongos, así como a todas las instituciones que han apoyado el evento por haber organizado uno de los mejores certámenes actuales, no sólo por la calidad de las tunas participantes, sino también por el cariño y la atención que nos dedicaron y la agenda de actividades y actuaciones programadas. Espero volver pronto por allí…

Adiós borinquen querido,
adiós mi diosa del mar.
Me voy, pero un día volveré
a buscar mi querer, a soñar otra vez
en mi viejo San Juan…

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