Tercer domingo del séptimo mes de la segunda década del siglo XXI y segundo domingo como campeones del mundo de fútbol. 18 de julio de 2010.
Para mucha gente ésta ha sido la semana de la resaca. Tras proclamarnos campeones del mundo en Sudáfrica el pasado domingo, millones de personas se lanzaron a la calle a lo largo y ancho de la piel de toro para festejarlo, celebración que se extendió al lunes y que muchos siguen teniendo en el backoffice mientras se dedican a sus cosas diarias.
Durante los últimos días he escuchado muchos comentarios que trataban de restarle importancia a este hito amparándose, fundamentalmente, en que se trata una simple victoria deportiva, que fueron un puñado de chavales los que ganaron por lo que no deberíamos celebrar la victoria como propia, y que hay cosas más importantes a las que dedicarse en un momento difícil como el actual.
Puedo entender que haya gente que no disfrute con el fútbol, que estén preocupadas por los grandes temas o que están pasando un momento difícil y no tienen el chichi pa farolillos, incluso puedo entender que haya gente que odie a España como nación, como país o como concepto. La crisis ha hecho que los amargados, los cínicos y los descreídos proliferen en todos los ámbitos, por desgracia para ellos.
La alegría, la ilusión, la esperanza que ha generado la victoria de la selección española para decenas de millones de personas es un hecho, no una opinión, como lo es el refuerzo del orgullo patrio entre los que nos sentimos españoles, a pesar del gobierno. Todos sabemos que en el fondo es una estupidez, que no va a mejorar nuestra existencia salvo en caso de que la FIFA nos regale 5 millones de euros. Pero mola. No tiene más recorrido, simplemente mola. Y eso, en estos momentos, es suficiente para emocionarnos.
Por supuesto, nada te impide malgastar tu vida luchando contra la realidad, pero siento verdadera lástima por todas esos seres patéticos -en el sentido más estricto de la expresión- que se dedican a rebajar la emoción, a quitar importancia, a luchar contra la ilusión, a desbaratar sueños, simplemente porque no son los suyos. Para ellos va esta canción del domingo: Don’t dream it’s over, de Crowded House,
Hey now, hey now, don’t dream it’s over
Hey now, hey now, when the world comes in
They come, they come to build a wall between us
We know they won’t win
Don’t Dream it’s over es uno de los temas más conocidos de la banda neozelandesa Crowded House, y el segundo que llega a la canción del domingo tras weather with you. Desde que fue publicada en 1987 ha sido objeto de muchas versiones, de entre las cuales posiblemente la más conocida sea la que grabaron Sixpence none the richer.
La pasión, la emoción, el resurgir del sentimiento patriótico que genera una victoria deportiva como ésta demuestra que la gente tiene ganas de disfrutar, de emocionarse y de seguir luchando, pese a todo. Por supuesto, no todo el mundo lucha por lo mismo, ni en la misma dirección, pero lo importante es seguir adelante y disfrutar de estas pequeñas alegrías.
Si eres un tronco amargado que está deseando que la gente deje de manifestar su alegría por la victoria de la selección española y su orgullo por formar parte de esta nación, no pienses, no creas, no sueñes con que se ha terminado. Esto acaba de empezar.
Que paséis un feliz domingo 🙂
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