Después de correr como un poseso para llegar a todos los transfers, tras haber acumulado un retraso de dos horas y media de un vuelo a otro y de pasar por cuatro controles distintos de seguridad, al final conseguí llegar al aeropuerto de Valencia sano, salvo y reventado. Atrás queda un viaje de doce días por China en el que he podido ver cosas increíbles, maravillosas y trágicas, pero, sobre todo, he constatado que no existen tantas diferencias entre lo que hacemos por aquí y lo que la gente hace en el otro extremo del planeta.
Tal y como comentaba en el post anterior, ahora viene lo difícil: convertir un número ingente de contactos en una red de apasionados de e-contratos. Tal vez no sea tan difícil después de todo.
Quiero aprovechar una vez más para dar las gracias al IVEX por su ayuda, sin la cual hubiese sido poco menos que una quimera organizar esta misión.
Lunes, 8,28 de la mañana. ¡¡A trabajar!!
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