De vuelta en Shanghai

Madrugada del viernes, Shanghai.

Tras once días de actividad frenética y unas cuantas decenas de miles de kilómetros en el cuerpo, por fin me dispongo a volver a Valencia.

En estos momentos, tras las emociones vividas durante las últimas dos semanas y de haber conocido sitios y a personas fascinantes, me queda la parte más dura del viaje: la asimilación de esta experiencia y la puesta en funcionamiento de todo lo que he aprendido.

Mentiría si dijera que no tengo ganas de llegar a Valencia y a Alcoy, y de reencontrarme con mi gente, con la que he seguido en contacto estos días a través del blog, twitter y, por supuesto, el e-mail. Sin embargo, soy consciente de que me resultará difícil volver a la rutina y al día a día de mi trabajo, pese a ser un enamorado de lo que hago, sobre todo después de haber visto cómo se trabaja y cómo funcionan los negocios en la otra parte del mundo.

Se ciernen sobre nosotros tiempos interesantes, de viajes, de nuevas experiencias y, sobre todo, y Dios Mediante, de muchísimo trabajo en lugares insospechados, pero lo difícil ya lo hemos hecho y la cuestión es seguir disfrutando como hasta ahora con lo que hacemos.

Por si acaso, llevaré conmigo el taco enorme de tarjetas de contactos que llevo en la maleta: dos escalas (Amsterdam y París) son demasiadas y creo que ya he tentado bastante a la suerte estos últimos 11 días, yendo de aeropuerto en aeropuerto con una samsonite sin ruedas y 12 años de tute. Como solemos decir en casa, “ya nos veremos, y si no, ya nos hemos visto bastante”.

La próxima entrada, desde la ciudad del Turia.

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