¿ESTÁS seguro o TE SIENTES seguro?

Acabo de leer un artículo muy interesante de Bruce Schneier en Wired (en efecto, ahora se lee mucho mejor) que trata un tema clásico, pero no por ello menos crítico para todos los que nos ocupamos y preocupamos por temas vinculados a la seguridad: la diferencia entre estar seguro y sentirse seguro.

Aunque, por su extensión, no entra demasiado en el fondo del asunto, parte de una serie de premisas que me parecen bastante coherentes para entender el negocio de la seguridad a todos los niveles. Las premisas, básicamente, son:

– No existe la seguridad absoluta.
– Cada vez que adoptas una decisión relacionada con la seguridad, dedicas recursos de algún tipo (dinero, tiempo, esfuerzo, etc.)
– La gente no suele adoptar decisiones cuando deja de estar segura, sino cuando deja de sentirse segura. Y ese momento no siempre coincide en el tiempo.

Por supuesto el artículo trata algunos de los tópicos que siempre se repiten cuando se habla de este tema, como el clásico

“un muro separa personas en cualquier lugar y circunstancia. ¿Es seguro poner un muro en el sur de EEUU para evitar que entren inmigrantes?”

Como en cualquier otra discusión, la respuesta es “depende”, al margen de otras consideraciones acerca de la utilidad de la medida o la aplicación del derecho internacional, pero qué duda cabe que cuesta mucho menos explicarle la utilidad de una medida de seguridad a alguien que ha tenido un problema que hubiese podido solucionar en caso de haber dispuesto esa medida con antelación, que a una persona que jamás ha tenido una contingencia en ese sentido.

En valencià tenemos un dicho para eso: el gato escaldado le huye al agua fría. A título personal, yo prefiero una frase que mi padre suele repetir con frecuencia: “A cojón visto, macho”. Y es que no hay nada como ver para creer.

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