La vuelta al cole

Este año me había propuesto no escribir acerca de la vuelta al cole, el síndrome postvacacional y, en fin, del cúmulo de chorradas que nos viene a la cabeza en estos días mezcla de agosto y de septiembre, cuando todos venimos, algunos van, pero la mayoría nos acercamos para quedarnos deambulando por aquí durante el resto del año.

No quería escribir, pero al fin y al cabo se trata de un tópico, y de eso trata este blog, de tópicos y menos tópicos acerca de multitud de cosas que a cada cual puede interesar en mayor o menor medida, pero que en líneas generales configura el totum revolutum que es mi día a día.

En cuanto a mi vuelta al cole particular, este año se ha visto marcada por unas vacaciones desorganizadas, poco planificadas y menos aprovechadas, pero que he disfrutado hasta el último día. Más o menos podéis haber seguido el íter de mis viajes por Mallorca, Barcelona, Jalance, Valencia y Ciudad Real, y así bien pudiera parecer que he estado desconectado del mundo durante miles de años, aunque la realidad es que mi blackberry y mi portátil me han acompañado a todas partes, por lo que ni un solo día he podido olvidarme totalmente de mi trabajo y de las cosas que giran alrededor de él. Son las vacaciones más imperfectas que recuerdo pero, así y todo, han sido las únicas que he tenido, así que no me puedo quejar. Y si me quejo, me valdrá de bien poco, así que mejor reservarse.

Ahora llega el gran momento: septiembre. El mes en el que todo empieza y todo acaba, el mes de las grandes decisiones, de mudar la piel, el mes de las persianas, de las luces, las sombras, los débiles, los fuertes y de la gran traca final. Pum, pum, pum. El advenimiento de la gran exfoliación.

Así no se puede tomar uno en serio la vuelta al cole. Tal vez otro año me acojone ante su perspectiva, al ver su silueta insinuarse tras un parapeto hecho de sombras, pero este año no. Este año toca apretar los machos, el cinturón, en fin, todo lo apretable e intentar atravesar la trampa perdiendo lo menos posible en el camino. Visto así, parece un trayecto poco alentador, pero estoy seguro de que va a ser un viaje apasionante de 30 días más lo que le pueda robar al mes de agosto, que ya nos mira con ojos de cordero degollado, mientras espera su final inminente .

No, la vuelta al cole este año no asusta, apetece. Dentro de unas pocas semanas sabremos si ha cumplido sus amenazas o si seguimos siendo los que éramos y como éramos. Eso, el tiempo lo dirá. A pesar de la vuelta al cole.

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