
Hace un par de semanas me acerqué por las obras de la America’s Cup, en el Puerto de Valencia y me quedé maravillado. La antigua dársena ha sido reemplazada por los pabellones de los distintos desafíos (challengers), cada uno con su sala de prensa, su tienda de merchandising, su embarcadero, su zona de recreo para los miembros del equipo…
El puerto de Valencia ya huele a Copa América. Las obras se encuentran muy avanzadas y la revitalización que ha sufrido la zona es, cuanto menos, sorprendente. En realidad, la ciudad ha conseguido aprobar una de sus asignaturas pendientes: la apertura al mar.
Sin embargo, el entusiasmo que se vive en el puerto parece no irradiarse al resto de nuestra Comunidad, y creo que es un error colosal. La Copa América es un evento de trascendencia planetaria, que está atrayendo a Valencia a algunas de las personalidades más relevantes del mundo en muchas disciplinas y que concluirá el próximo verano con una final entre el Alinghi y el mejor de los desafiantes que será seguida en directo por centenares de millones de personas.
Es una publicidad inmejorable para nuestra comunidad y, sobre todo, para Valencia, que tiene la oportunidad de mostrarse al mundo como lo que ya es, una ciudad atractiva, moderna, abierta y acogedora. Aprovechar esta oportunidad depende sólo de nosotros.
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