Ya es oficial; no me ha tocado el gordo de Navidad.
Si alguien estaba pensando en secuestrarme o pedirme pasta en Navidad (algo que en circunstancias normales resultaría jocoso), ya se puede ir olvidando. Los del phishing, también.
¡¡Resulta que hay que trabajar para ganarse el pan!!
Maldición…
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