
El concierto estaba dividido en dos partes: durante la primera han interpretado obras de Francis Pulenc y Charles Villaers Stanford, así como el Festival Jubilate de Daniel Pinkham, éste último acompañado por una formación instrumental de Tavernes, el PerKmetall Sextet. Quitando el hecho de que no se trata de un orfeón “profesional” y los nervios lógicos de la actuación, en especial entre algunas sopranos, esta parte ha resultado muy interesante, con algunos momentos brillantes.
La segunda parte, más populista, ha reunido obras del folklore anglosajón, español, argentino y valenciano, incluida una adaptación de “el desembre congelat”, en lo que entiendo ha sido ideado como un pequeño homenaje a mi paisano Amando Blanquer, fallecido el pasado año. A destacar una adaptación de una obra de Ariel Ramírez, arreglada por Peter Knight, que no conocía: la peregrinación. Quizá eso de mantener el acento porteño en un villancico interpretado por un orfeón valenciano haya sido algo excesivo, pero en cualquier caso me ha gustado la interpretación.
Como suele suceder en estos eventos, el director ha reservado para los bises el repertorio más popular, con piezas como Rin rin, Adeste Fideles o Stille Nacht (Noche de Paz), que ha cerrado el concierto. Antes de estas dos piezas, además, Constantino Martínez ha invitado a los antiguos componentes del orfeón a subir al escenario, momento al que corresponde la fotografía que acompaña este post.
En resumen, hemos pasado un buen rato en buena compañía y disfrutando de uno de los orfeones universitarios con mayor solera y más premiados del mundo. ¿Qué más se puede pedir al día antes de Navidad?
Quizá que ésta pase rápida este año, Sr. Scrooge.
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