Promociones inclinadas, s.l.

La publicidad es un mundo paralelo y maravilloso en el que las metáforas visuales nos permiten asociar valores y sensaciones con marcas y nombres a través de imágenes, sonidos, aromas…
Así, los bancos y las compañías de seguros gustan de utilizar imágenes cálidas y tranquilas que transmiten seguridad (madres, sofás, ¿osos polares?), los fabricantes de refrescos nos inundan de sensaciones “emocionantes” y los detergentes nos presentan a señoras venidas del futuro vestidas con chándals de estaño con capucha.

Esta mañana he descubierto el no va más en campañas publicitarias: una lona de unos quince metros de altura por veinte de ancho (las medidas son aproximadas, mi percepción espacial es lamentable) que recubre una obra en uno de los puntos más transitados de Alcoy, en el que una empresa inmobiliaria asocia su marca con una fotografía gigante de… ¡¡¡la torre de Pisa!!!!

Por si entre mis lectores cuento con algún ser venido de otra galaxia o un antepasado criogenizado antes del siglo XI que acaba de volver a la vida, me veo en la obligación de explicar que la torre de Pisa es el campanario de la catedral de Pisa y una de las construcciones más conocidas y reconocidas de la Tierra.

En principio, parece que la idea de asociar la marca de una empresa inmobiliaria a una edificación conocida en todo el planeta no es del todo desafortunada; y así sería si no fuera porque la Torre de Pisa es el ejemplo internacional de la construcción defectuosa, no sólo por su inclinación, sino por la cantidad ingente de millones que se han dedicado a su mantenimiento y al intento de evitar su hundimiento.

Según nos explica nuestra amiga wikipedia, la construcción de la Torre de Pisa se prolongó durante más de doscientos años debido a que sus cimientos eran insuficientes y el subsuelo inestable. Los primeros defectos estructurales se pusieron de manifiesto decenas de años antes de su finalización y en 1964 el gobierno italiano se vio obligado a pedir ayuda a la comunidad internacional para tratar de evitar su hundimiento. Por lo visto, la configuración actual de los cimientos no permite asegurar su estabilidad más allá de los próximos 300 años.

Asociar la imagen de una empresa que vende edificios a uno de los fiascos arquitectónicos más notables de la historia de la construcción resulta, cuanto menos, una mala idea. Es como si Biomanán utilizase a Florentino Fernández para su imagen corporativa (algo que, visto lo visto, quizá sí que haría Burguer King) o Trablisa (Transportes Blindados, S.A.) hiciese lo propio con el Dioni.

Si no os lo créeis, o pensáis que se trata de una inocentada, no tenéis más que acceder a la página web de la empresa y verlo por vosotros mismos.

Aquí no valen excusas del tipo “es que asociando una edificación defectuosa con una marca de calidad, contrapones conceptos, de forma que la percepción del consumidor es positiva…” o “no importa que la torre se esté cayendo desde hace ochocientos años, lo importante es que se trata de un monumento que ha permanecido en pie durante ese tiempo”. No. Es una cagada monumental y punto.

Una curiosidad: esta inmobiliaria es la que patrocina el equipo de hockey sobre patines de la ciudad, que juega en la OK liga (la primerísima categoría en nuestro país).

Me parece que como alguien más se dé cuenta de esto, algún creativo va a tener que serlo realmente para encontrar otro trabajo…

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