
El tercer día del viaje ha vuelto a ser una maratón por la ciudad de San Francisco. Tras trabajar un rato, hemos atravesado Market Street hasta Castro, pasando por delante del Civic Center, y de allí hemos llegado al Buena Vista Park, una colina casi salvaje en el centro de la ciudad.

Tras tomar unas fotos desde la cima, hemos retomado nuestro camino hasta el parque Golden Gate, que no tiene nada que ver con el puente, pero que me ha impresionado por sus dimensiones y por sus recursos naturales. Entre otras cosas, hemos paseado por el jardín japonés, una reproducción de un verdadero jardín nipón con edificios y naturaleza autóctona, en el que se rodaron algunas de las escenas de la película “memorias de una Geisha“.
Algunas de las cosas que más han sorprendido de este día han sido:
– Las cuestas: Vale, es un tópico, pero algunas resultan complicadas de ascender, incluso con escalones. Los últimos tramos antes de alcanzar la colina de Buenavista Park son casi inaccesibles, y los coches -obligados a aparcar con un ángulo de 90 grados, parecen a punto de volcar.

– Las ardillas: En San Francisco no hay gatos, hay ardillas. Las he encontrado por toda la ciudad y algunas de ellas incluso piden comida y se acercan a recogerla. En esta foto podéis ver una amiga que hice en Golden Gate Bridge.
– La comida: Siempre he escuchado quejas sobre la comida en USA, pero en San Francisco estamos comiendo bien, por un precio más que razonable. Abundan los restaurantes vegetarianos y especializados en pescado y marisco, y apenas hemos visto unos pocos Mc Donalds y similares. Eso sí, la bollería es algo excesiva.
– El deporte: Ya lo comenté el otro día, pero es que me sigue sorprendiendo. Cuando llegamos a la cumbre de la colina de Buenavista Park necesité tumbarme en el cesped, pero la gente llegaba corriendo con sus perros y se ponía a hacer flexiones y abdominales.
– La ropa: Ayer aprovechamos para hacer algunas compras, y me sorprendió que la ropa es bastante más barata que en Europa. No hablo sólo de marcas americanas, sino internacionales e, incluso, europeas. El cambio dolar/euro contribuye, pero aún así resulta sorprendente.
– La diversidad: Definitivamente, San Francisco es una ciudad cosmopolita e internacional, casi podría decirse que contiene varias ciudades en una. Cada barrio tiene su estilo, sus normas y su propia “vidilla”, y es una gozada conocerlas por separado. Debe ser difícil no encontrar un hueco en algún sitio, porque hay una verdadera long tail de formas de vida.
Voy a seguir disfrutando de la ciudad, os mantendré informados. 🙂
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