Primer fin de semana del tercer mes de la segunda década del siglo XXI. Esta última semana probablemente haya sido una de las más productivas de los últimos tiempos para mí, pese a la lluvia, el frío, el resfriado y los viajes, o tal vez precisamente por eso.
Tal y como ya os había adelantado, el martes participé en mi segunda sesión de First Tuesday, esta vez en Barcelona y sobre Derecho e Internet y, como preveía, no fue la sesión más divertida de la historia. Creo que desaprovechamos una ocasión interesante de hablar sobre oportunidades de negocio para abogados en internet y, sobre todo, para compartir nuestras experiencias como emprendedores y como instrumento de apoyo para emprendedores. Al final, acabó convirtiéndose en algo parecido a un consultorio legal, en el que hablamos mucho sobre protección de datos, derecho a la intimidad y propiedad intelectual, pero muy poco sobre negocios en internet.
De todos los sectores en los que se puede desarrollar un negocio con cierta libertad, es decir, que no existen fuertes barreras de entrada, como puede ser el farmacéutico, posiblemente el de internet sea el que permite emprender un negocio con una inversión inicial menor: tan sólo es necesario talento y tiempo. Sin embargo, emprender un negocio no es lo mismo que desarrollarlo y no hay que confundir la ilusión de iniciar un proyecto con el esfuerzo económico y organizativo necesario para hacer que ese proyecto se convierta en un negocio de éxito. Porque, no nos engañemos, todos los emprendedores estamos impulsados, en mayor o menor medida, por la necesidad de reconocimiento y de éxito. De acuerdo, hay otros factores, pero éste es uno de los motores para cualquier emprendedor.
Dinero, éxito y reconocimiento. En realidad, no son malos motores; no olvidemos que un negocio es, ante todo, eso, un negocio, en el que el principal objetivo es ganar dinero. Luego vendrá la contribución a la sociedad, la generación de empleo y muchas otras cosas, pero si no hay alguien que salga ganando de una u otra forma y que le compense empujar el carro, todo esto se acabará antes o después. Ésta es una de las principales lecciones que he aprendido después de dedicar ocho años a crear y gestionar mis propias empresas y, como me gustaría que la recordases, la canción de este domingo es Mr. Jones, de Counting Crows.
When I look at the television, I want to see me staring right back at me
We all want to be big stars, but we don’t know why and we don’t know how
But when everybody loves me, I’m going to be just about as happy as can be
Recuerdo el momento en que compré mi primer disco de Counting Crows –August and everything after– en Londres en julio de 1993, poco después de su lanzamiento; se trata de un LP cargado de grandes temas melancólicos, profundos e intimistas, pero brillantísimos, entre los que destacaría, además de este Mr. Jones que supone su cara más amable, otros grandes temas como Round Here o Perfect blue buildings.
Mr. Jones canta a ese ánimo de destacar, de ser el centro de las miradas, de conseguir éxito y reconocimiento. Para los que nos gusta la música y vivimos en internet, escuchamos a Adam Duritz gritar “Quiero ser Bob Dylan” y pensamos “sí, o quizá Larry Page o, incluso Steve Jobs” 🙂
Afortunadamente, cada persona tiene habilidades, valores y capacidades propias que le hacen único e irrepetible. En realidad, yo no quiero ser Bob Dylan ni Steve Jobs. Me gusta ser como soy, tengo bastante claro qué quiero y creo que sé cómo puedo conseguirlo.
Y tú, ¿Sabes ya lo que quieres? El domingo es un buen día para pensar en estas cosas… 🙂
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