Segundo domingo del decimosegundo mes de la segunda década del siglo XXI. Doce de diciembre de 2010. Hace más de un mes que ya es Navidad en El Corte Inglés, pero aún no he visto Love Actually en la 1, así que me niego a asumir que ya haya llegado.
Desde mi aterrizaje en Barcelona he tenido muy poco tiempo para escribir; en realidad he tenido muy poco tiempo para cualquier cosa que no fuese trabajar y recuperar el tiempo perdido entre traslados y otras mandangas, así que tengo este blog menos actualizado que el firmware de las luces de Navidad. Tiempo habrá para recuperarlo.
Hoy se cumple exactamente un mes del inicio de mi historia de una ida y una vuelta particular; durante este tiempo han pasado cosas buenas y malas pero, en especial, ha pasado algo sobre lo que me cuesta mucho posicionarme por la concurrencia de sensaciones dispares: el Cablegate de Wikileaks.
Wikileaks nos ha traído la verdad revelada en forma de cables diplomáticos, volcados al público gracias a la filtración de un militar estadounidense del casi todo el mundo parece haberse olvidado y que se enfrenta a penas por un total de 52 años de cárcel en su país; gracias a Bradley Manning, que es como se llama el sujeto, y a Wikileaks, ahora sabemos mucho más acerca de la diplomacia de EEUU, de su visión del mundo y de las cosas que nos ocultan. Si eres de los que piensa que el fin justifica los medios, es posible que no te importe que para acceder a esa información se hayan cometido conductas que constituyen delitos en casi cualquier país del planeta, como el descubrimiento y revelación de secretos o la violación de la correspondencia. En caso contrario, tal vez te pase como a mí y tengas sensaciones contradictorias sobre este asunto.
Si me hubiese encontrado en la posición de wikileaks, creo que no habría tenido el valor suficiente para llevar a cabo la publicación de la información; pero si lo hubiese hecho, sabría a qué atenerme y no pensaría ni por un segundo que mi conducta iba a permanecer impune. Prefiero que alguien haya destapado esa información, pero pienso que la filtración de información reservada y de correspondencia consular es un delito.
En realidad, creo que el problema reside en que no soy un groupie. De repente, Julian Assange, la cabeza visible de wikileaks, se ha erigido en un líder incuestionable, por su trabajo en pro de la libertad y los derechos humanos. Poco importa que esté detenido por violación de dos mujeres. No tengo ni idea de si esto es un montaje y me importa un carajo si en un país civilizado es o no un delito echar un polvo sin condón. Lo que me preocupa es la falta de perspectiva, el culto al líder, la aplicación de la ley para unos y no para otros.
Dejemos las cosas claras: yo admiro el coraje de Assange en el asunto Wikileaks; ha desvelado información relevante para el estado de derecho y merece todo mi respeto por ello, pero ni todo el respeto del planeta puede evitar que lo que ha hecho con wikileaks probablemente sea contrario a la Ley; y eso, tiene sus consecuencias.
Quizá sea una cuestión de deformación profesional o, tal vez, simplemente se trata de que nunca he sido un fan boy. Por eso, la canción del domingo es Club de fans de John Boy, de Love of Lesbian.
http://www.youtube.com/watch?v=tv1ML4oXR9g
De aquellas masas era el gran insecto,
“tiene poderes” llegaste a decir.
Creo que lleva media vida huyendo,
quizás le pasa lo mismo que a mí.
Había expandido su emisión global
desde Lima hasta Reikiavik.
y, sin embargo, a quien tenía cerca
no podía transmitir.
Love of Lesbian es el grupo indie de referencia en la escena Barcelonesa y, probablemente, española y es una de las formaciones más consolidadas de nuestro panorama musical. Pese a que llevan casi quince años grabando y actuando juntos, su consagración se produjo en 2005, cuando decidieron pasar del inglés al castellano y publicaron el álbum (Maniobras de escapismo) que les llevó a convertirse en una de las bandas más conocidas del indie nacional. Seguro que ya les conocías pero, si no es así, seguro que te sorprenden.
Aunque reconozco que al principio no presté demasiada atención a wikileaks, la entrada en escena de los medios tradicionales, como El País, The Guardian, The New York Times, Le Monde o Der Spiegel, y la relevancia de la información publicada ha acabado por convertir el cablegate en el asunto del año. Lo seguiremos de cerca.
¡Que pases un gran domingo!