Canción del domingo: Flowers (Miley Cyrus)

Tercer domingo del primer mes del cuarto año de la tercera década del siglo XXI. 15 de enero de 2023. Ya llevamos consumido más de un 4% del año y seguimos sin tener ni la más reputísima idea de lo que va a pasar. ¿O tal vez sí?

Para la mayoría de seres humanos, ésta ha sido un semana triste y gris postvacacional, en la que los hoteles y restaurantes se han vaciado (dicen que es la peor semana del año para estos negocios), y los centros comerciales, efervescentes en rebajas, se han llenado de mirones, porque queda poca pasta y aún menos ánimo para enfrentarse a la cuesta de enero.

Me sorprende que sigamos afirmando con ligereza que no sabemos qué va a pasar en 2023, pero si os fijáis muy pocos están atreviéndose a compartir sus pronósticos. Quizá porque soy un optimista irredento o tan sólo porque me gusta que a la gente le vaya bien, creo que esta incertidumbre es una buena noticia.

Me explico.

Probablemente no lo recordéis pero a finales de 2019 y principios de 2020, hablábamos de la inminencia del retorno de los felices años 20, el resurgir de una época dorada que marcó a fuego el siglo XX de una forma inesperada y que traería, de nuevo, la euforía y el exceso a todos los ámbitos de nuestras tristes vidas.

Lo que pasó en realidad es que, dentro del caballo de Troya de los felices años 20, llegó la COVID19, que nos encerró a todos en casa y provocó una gigantesca crisis, primero sanitaria y luego, como consecuencia de su impacto en la economía global, también financiera.

2020 fue un año horrible, desde cualquier perspectiva, marcado por el miedo, el encierro y una gestión pública que, no por complicada, fue menos lamentable, en casi todos los países.

No teníamos herramientas para enfrentarnos a un shock global de esta magnitud y tuvimos que pasar por las dos primeras fases del duelo (negación e ira) a todo meter y sin referencias.

En 2021 empezamos a ver algunos rayos de sol (uoh-oh-oooh), empezamos a vacunarnos y pensamos que lo peor había pasado, pero llegó el invierno, repuntaron los casos y estuvimos a punto de volver a lo peor de 2020.

Nos acostumbramos a los ERTEs, a ir con mascarilla por todas partes, a perder a seres queridos y a que muchas empresas, simplemente, se fueran a la mierda porque no había alternativa. Fue el año en que empezamos a entender lo que había pasado y a calibrar sus consecuencias, el equivalente en términos de psicología a la fase de negociación.

En 2022, empezamos a quitarnos las mascarillas, a poder viajar y a retomar nuestra vida social, pero nos explotó en la cara una guerra a las puertas de casa y una inflación descontrolada.

Podríamos decir que la inflación es una consecuencia del shock que supuso la pandemia y que, por tanto, forma parte de la cuarta fase del proceso de duelo (depresión); sin embargo, hay más factores que han influido en el incremento de los precios y su impacto real en nuestras vidas no está siendo tan fuerte como esperábamos, quizá porque todos lo hemos visto venir con antelación y ya habíamos descontado muchos de sus efectos.

Vivimos un shock. Luego lo aceptamos. Luego asumimos las consecuencias. En 2023 nos tocaría, por lógica, aceptar de una vez todo lo que ha pasado, salir del lodazal en el que se ha convertido todo esto o, al menos, revolcarnos con gusto en él, porque ya nos toca. Nos lo hemos ganado. Estamos preparados.

Volviendo a la música, porque la música siempre es un reflejo de la realidad, ésta ha sido la semana de la canción de Shakira contra Piqué (su exmarido) y su novia actual.

Seguro que cuando relea esta frase dentro de unos años me habré olvidado de esta movida, porque es una canción de despecho muy mala y un ejemplo de chonismo de la mediana edad innecesario, por mucho ruido que genere.

Es cierto que este tema (que responde al intuitivo título de Shakira – BZRP Music sessions #53) ha generado toneladas de opiniones, noticias y comentarios, pero la atención del público durará lo mismo que tarde alguien en publicar la siguiente astracanada rasgavestiduras.

¿Está canción era necesaria? Para Shakira sí, porque no parece tener otra forma más sana y madura (y justo madura ya lo es un rato) de hacer frente a sus frustraciones, o porque quiere sacarles partido para embolsarse la pasta que necesita para pagarle a hacienda. Lo de volver a cantar para levantar unos euros en momentos jodidos lo han hecho desde Lola Flores hasta Leonard Cohen con su You got me singing, así que no nos vamos a poner dignos. A veces se nos olvida que cantar también es un curro.

Ok. Pongamos que estás jodido porque la relación con tu pareja se ha ido a la mierda y quieres expresarlo porque te ganas la vida explicando a la gente cómo te sientes. ¿Hay otra forma de hacerlo?

Oye, que cada uno hace lo que puede. Si eres un poeta, como Serrat o Sabina, escribes “No hago otra cosa que pensar en ti” o “19 días y 500 noches”. Si eres una diva del soul, como Gloria Gaynor, escribes “I will survive”, se convierte en un himno para millones de personas y la sigues cantando casi 50 años después. Incluso el Titi (Rafael Conde) consiguió, con todas sus limitaciones, crear un melocotónazo con “Noche de Fallas”. Y luego está Álex Ubago, pero, en fin, no vamos a abrir ese melón ahora.

Claro que sí. Las redes sociales han resucitado un montón de canciones de despecho, que van desde el tono lírico del Ojalá de Silvio Rodríguez, a la acusación popera del You oughta know de Alanis Morrisette, al insulto desgarrado de Rata de dos patas de Paquita la del barrio.

¿Cómo han conseguido autores de todas las épocas canalizar su despecho para crear obras que les trascienden y se conviertan en una referencia para generaciones completas? Para empezar, evitando personalizar al interpelado. Hablando de superación, pero sin aspavientos. Haciendo cosas que suenen bien. Poniéndole estilazo.

Y aquí es donde aparece Flowers, de Miley Cyrus, un tema que ha visto la luz esta semana y que me va a ayudar a cerrar este círculo.

Aquí tenéis la canción. Disfrutadla y luego os cuento.

Paint my nails cherry-red
Match the roses that you left
No remorse, no regret
I forgive every word you said
Ooh, I didn’t wanna leave you, baby, I didn’t wanna fight
Started to cry, but then remembered
I can buy myself flowers
Write my name in the sand
Talk to myself for hours, yeah
Say things you don’t understand
I can take myself dancing, yeah
I can hold my own hand
Yeah, I can love me better than you can

Para mi gusto, Flowers es una canción de despecho perfecta, porque no nace desde la revancha ni desde el rencor. Si quieres decirle a alguien que es un hijo de puta, vete a verle y díselo. Si no te atreves, llámale y si eres una rata, envíale un whatsapp.

Si, además de ser una rata, quieres que todo el mundo sepa que lo eres, entonces aprovechas tu tirón mediático para mercantilizar tus exabruptos. Nada que objetar, eh. Cuando uno hace públicas sus frustraciones a través de ataques, pasa de ofendido a ofensor. Cada uno que cargue con sus mochilas.

Sin embargo, y sin que Miley Cyrus sea una referencia del buen gusto y la moderación, hay que reconocer que tanto el vídeo como la letra de Flowers son una auténtica maravilla, preñada de referencias a su relación con su Liam Hemsworth, pero reforzando el mensaje del canon de este género (I will survive): sí, estoy jodida, pero ya lo estoy superando y puedo cuidarme mejor a mí misma mejor que tú.

Me diréis que Shakira utiliza el mismo recurso que Miley cuando afirma que Piqué ha cambiado un Rolex y un Ferrari por un Casio y un Twingo, respectivamente. Pero no es lo mismo, como el detergente Manuel.

El azar ha querido que coincidan en el tiempo ambas canciones y, desde luego, yo me quedo en el equipo Cyrus, que empieza su vídeo vestida de oro y lo acaba bailando y disfrutando de su nueva vida, en un renacer que es, precisamente lo que necesitamos ahora, tras tres años de mierda.

Por eso, creo que Flowers es una canción importante, que nos puede ayudar a superar algunos de nuestros traumas y que merece la pena recordar cuando dudemos entre hacernos pequeños y revolcarnos en el barro o dar un paso adelante y disfrutar de las oportunidades que nos da la vida todos los días. Yo he pasado por ambos momentos y ahora tengo pocas dudas sobre lo que quiero.

Y ahora viene lo importante: ¿quién quieres ser tú? ¿Una choni amargada y prepotente que utiliza su voz para atacar a su ex y a su pareja actual, jactándose de ser mejor que ellos? ¿O una superviviente que ha pasado página, reconoce las cosas buenas que ha pasado y se enfrenta al futuro con esperanza y ganas de pasarlo lo mejor posible?

Elige y haz lo que quieras hacer. De esto va todo en realidad ¿no crees?

Te deseo que pases un fantástico domingo y que 2023 sea todo lo bueno que te mereces.

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PD II: he creado la imagen de este post con la herramienta de IA generativa de Canva (text to image) en 2 minutos. Esto también va a ser divertido

PD: como siempre, aquí tienes mi lista de Spotify con todas las canciones del domingo, ordenadas en orden cronológico inverso:

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