Último domingo del décimo mes del vigésimo cuarto año de la tercera década del siglo XXI. 28 de octubre de 2023. Anoche nos dieron una hora más de sueño a cambio de seis meses de anocheceres anticipados. Tremenda castaña de acuerdo, amigos.
Andaba yo pensando en este post cuando me vino a la cabeza la celebración del sexto cumpleaños de mi hija Lola, la semana pasada.
En la fiesta hubo una tarta de unicornio, un montón de regalos, vino y calamares a go go para los padres, carreras, pisotones, carcajadas, algunos lloros esporádicos, sandwiches de nocilla, un holograma gatuno y hasta un breve momento de tensión cuando llegó el momento de soplar las velas.
Hasta ahora me he resistido a celebrar los cumpleaños de Lola en parques de bolas, camas elásticas y otros lugares con olor a pies y caterings profesionales, quizá por añoranza de mis propios cumpleaños infantiles o sólo por mi tendencia atávica a organizar cosas que otros harían mucho mejor que yo.
Entre las listas de música que he diseñado con Lola durante los últimos años -tenemos listas para casi todo, pero sobre todo para bailar en casa-, una canción omnipresente es tacones rojos, de Sebastián Yatra. Cada vez que suena, le cambia la cara y se pone a cantarla y bailarla como si no hubiese un mañana. Sin embargo, nunca me la pide. Extraño ¿verdad?
Con la cantidad de música que escuchamos juntos, andaba con la mosca detrás de la oreja, así que empecé a fijarme un poco mejor hasta que me di cuenta de que suele pedirme la canción de la lista que la precede. ¿Por qué me pide siempre la canción anterior y no la que tanto le gusta? No acababa de entenderlo hasta que un día se le escapó que tacones rojos le recuerda a un chico de su clase, que la canta muchas veces y que le gusta pensar que ella es la niña de sus ojos de la que habla la canción.
Seguro que con esta información has llegado a la misma conclusión que yo. Por si acaso, hice unas cuantas pruebas hasta convencerme de que se ha aprendido de memoria el orden de las canciones y sabe perfectamente cuál va antes de tacones rojos en todas nuestras listas.
Qué mejor canción, por tanto, para este domingo que pone fin al mes de octubre que tacones rojos ¿no os parece?
La que me hace llorar
La que me hace sufrir
Pero no paro de amar
Porque me hizo sentir
Que gané la lotería
Antes de ella no sabía que alguien podía amarme así
Aunque se lanzó en 2021, tacones rojos fue omnipresente durante 2022 y sigue sonando sin parar.
Como el propio artista reconoce, es una canción de amor incondicional, alegre, optimista, luminosa, sin historias complicadas, giros inesperados o matices fúnebres; una especie de Don’t stop me now, basada casi únicamente en tonos mayores, que empieza bien, acaba bien y te hace sentir bien por el camino.
Creo que voy a guardar el secreto y no le voy a decir a Lola que puede pedirme esta canción cuando le apetezca escucharla; prefiero que siga ocultándola detrás de otros temas que, en el fondo, le importan bien poco y que ella misma disfrute de la anticipación que le produce tener que esperar un par de minutos para escucharla.
Uno de los trabajos más difíciles de los padres consiste en mirar hacia otro lado y hacernos los tontos, creando así el espacio que nuestros hijos necesitan para desarrollarse y crecer como personas independientes.
Ojalá Lola tuviese seis años para siempre y ojalá yo sea capaz de hacerla feliz y darle la confianza que necesita durante toda su vida.
¡Que paséis un feliz domingo!
PD: como siempre, aquí tienes mi lista con todas las canciones del domingo en orden cronológicamente inverso.
PD II: si te ha gustado este post., puedes apuntarte a mi lista y te avisaré cuando publique el próximo http://eepurl.com/h-O2lf. 100% spam-free garantizado 🙂
Qué lindo relato. Esa canción me pone de subidón y me recuerda mucho al verano 2023.