¿Contestas el teléfono cada vez que te llaman? ¿Incluso si no conoces el número entrante o aparece como anónimo?
Yo no, y sé que es un tema controvertido, que en muchas ocasiones ha sido objeto de una acalorada discusión. Yo decido cuándo quiero utilizar el teléfono, y en ocasiones mi voluntad no coincide con la de la persona que, en un momento determinado, quiere contactar conmigo. El teléfono es un medio sincrónico y bilateral, y estos atributos son, a la vez, sus principales virtudes y sus peores defectos.
Contrariamente a lo que muchos opinan, contestar el teléfono no es una cuestión de educación o de talante; ni siquiera tiene que ver con la gestión del tiempo. Si lo piensas, no es fácil que la voluntad de comunicación de dos personas coincida exactamente en el mismo momento, y eso es algo que hemos dado por sentado durante demasiado tiempo.
Seguro que conocéis casos de personas que resultan casi imposibles de localizar a través del teléfono. Siempre lo tienen apagado o en silencio, están en una reunión o lo han dejado olvidado en casa, en la oficina, en el coche o en la fosa de las Marianas. Si sospechas que estas excusas no siempre son sinceras, estás en lo cierto.
Con la proliferación del uso del e-mail, las redes sociales o, incluso, de twitter, cada vez tiene menos sentido utilizar un medio de comunicación de pago como el teléfono. La gente de tu entorno tiene acceso a toda la información sobre ti que estés dispuesto a facilitarle. El equilibrio entre actualización y exposición no siempre es fácil y depende de cada uno, pero ante esta realidad el teléfono carece de argumentos.
Durante los dos últimos años, al día recibo menos de diez llamadas y hago dos o, como máximo, tres, algo impensable hace cinco o seis años. A cambio, recibo más de cien e-mails y envío de quince a treinta, dependiendo del día, sin contar con otros usos como twitter. Eso sí, siempre intento dedicar el tiempo necesario a responder a todos los e-mails escritos por personas (eso excluye las campañas, el spam y las notificaciones automáticas) en un plazo razonable.
Lo bueno del correo electrónico y de twitter es que tú decides cuándo utilizarlo. Puedes reservar determinados momentos a lo largo del día para leer y contestar e-mails o actualizar tu estado y, de esa forma, conviertes la gestión de interrupciones en una agenda controlada.
No lo olvides: la comunicación es cosa de, al menos, dos personas, así que siempre puedes decidir.
No puedo estar más de acuerdo.
Yo (y esto ya es manía personal) le estoy cogiendo tirria al móvil
Muy interesante lo que comentas Luis. Yo quitaría el teléfono si pudiera.. en cambio soy fan del mail, del blog y de twitter siempre que se sepa usar adecuadamente, pero me parece que una vez más es opinión de geek.. y la gente en general no piensa así…
¿Eso de no contestar lo dices por mi…?