Probablemente una de las preguntas más difíciles de responder sea “¿Hasta cuándo aguanto?”. En épocas de vacas flacas muchos negocios han visto cómo sus fuentes de ingresos se agotan lentamente -o, en ocasiones, a lo bruto-, sus gastos variables no pueden rebajarse en la misma proporción y sus gastos fijos ya no pueden reducirse más. Es un momento difícil, en el que un empresario se encuentra en la obligación de adoptar una decisión responsable, tal vez la más importante de su vida profesional: ¿Intento salvar el negocio o cierro ahora que aún puedo afrontar los gastos?.
Liquidar un negocio es una tarea compleja, larga y muy cara. A los costes asociados a los despidos se une la liquidación de las pólizas de crédito, de las deudas, de los activos y miles de otros pequeños detalles que convierten este proceso en un auténtico calvario. Pero, por encima de todo eso, existe un componente emocional enorme: tomar la decisión de cerrar y liquidar un negocio equivale a destruir todo por lo que has trabajado y luchado durante una época de tu vida, de forma consciente y voluntaria.
Sin embargo, en algunas ocasiones esta medida se convierte en necesaria y no adoptarla por motivos emocionales puede suponer un gran castigo para el patrimonio y el prestigio de un empresario, incluso en forma de condenas por responsabilidad de administradores. ¿Cómo sabemos cuándo es el momento de dejarlo? Lo mejor es una buena planificación.
Cuando decidí crear e-contratos con Javi y Jordi en 2003, uno de los primeros consejos que me dio Eugenia Bieto, la próxima directora general de ESADE, fue que estableciésemos un calendario interno de hitos a 3/6/12 meses y que, si no éramos capaces de cumplirlos, no dedicásemos más tiempo del necesario. Por supuesto no le hicimos caso; en realidad sí que creamos un calendario muy detallado de hitos, pero no lo cumplimos y, aún así seguimos empujando. Cinco años después, tras darnos cuenta de que sudar la camiseta no siempre es suficiente para ganar el partido, decidimos poner fin a la empresa antes de que acabase definitivamente con nosotros y, aunque fue una de las decisiones más duras de mi vida, hoy estoy contento de haberla tomado, y agradezco a mis socios que, en su momento, tuviesen la sangre más fría que la mía.
Primer aprendizaje: para no verte abocado a tomar una decisión en caliente, plantea un calendario de hitos por adelantado, cuando las cosas aún no se han torcido, y cúmplelo. Seguramente nada sucederá como esperas, pero mientras tengas claro cuál es la fotografía de tu negocio y de cómo tiene que evolucionar, todo irá bien. Ponte objetivos y guíate por ellos y si llega un momento en que sabes que esa fotografía no va a llegar a cumplirse, toma decisiones. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero ahora que he pasado por ahí puedo decir que es un buen consejo.
Vale, resulta que no he planificado nada, pero tengo que tomar una decisión. ¿Qué hago ahora?
Si tienes que guiarte por algún criterio, que sea objetivo. Por si no lo tienes claro, el orgullo, las ganas, el voluntarismo y la fe no son motivos objetivos. Ni siquiera los cojones son motivos objetivos. Por tanto, no apeles a estos motivos para seguir con un negocio que no funciona. El dinero es un indicador objetivo. Las reservas, el endeudamiento, la situación de las empresas de tu entorno son criterios objetivos.
El porcentaje de empresarios y emprendedores que han conseguido triunfar gracias a su orgullo o su voluntarismo es insignificante con respecto a la gente que se ha estrellado por el camino y hay muchos otros factores que intervienen en la ecuación del éxito. Por tanto, mi segundo consejo es que utilices criterios objetivos para tomar decisiones importantes.
Ok, estoy siguiendo criterios objetivos, pero ¿hasta cuándo exactamente tengo que aguantar?
En el mundo de los negocios hay una premisa que no debes olvidar jamás: la única finalidad de un negocio es transformar dinero o recursos en más dinero o más recursos. Simplificando: tu negocio sólo sirve para ganar dinero. No hay ningún motivo , recuérdalo, NINGUNO, para mantener un negocio que no funciona, salvo la perspectiva de que en el futuro vaya a funcionar, porque si no ganas dinero antes o después te cansarás, lo acabarás dejando igualmente y habrás perdido mucho tiempo en el camino. Todo tu esfuerzo, todo tu trabajo, toda tu dedicación debe estar orientada y focalizada en conseguir que tu negocio sea rentable o lo vaya a ser en el plazo de tiempo más breve posible. Y si, de repente, te das cuenta de que el endeudamiento y la evolución más probable del mercado va a hacer que tu negocio no sea rentable durante los próximos 3/4/5 años, anticípate a la decisión y gana tiempo de vida. Cinco años son una vida, decide bien qué quieres hacer con ellos.
Nadie está obligado a mantener un negocio que no funciona. Sin embargo, tus socios te van a exigir resultados, tus empleados y proveedores te van a exigir que les pagues todos los meses y tú necesitas ingresar dinero para sobrevivir. Por tanto, mi tercer consejo es que sólo mantengas un negocio mientras sea un negocio o pueda serlo en el corto plazo.
Espero que nunca te veas en la situación de tener que decidir si sigues o no con un negocio en el que has volcado toda tu ilusión, tu dinero, tu esfuerzo y tu tiempo, pero si es así, al menos me gustará saber que he podido contribuir a hacer tu decisión un poco más sencilla.
Me parece un post muy instructivo. Si bien creo que hay una tercera opción… Reinventarse. Es muy duro montar una estructura para tirarla abajo y en ocasiones la solución es, efectivamente, redirigirse y aprovechar el knowhow acumulado para girar el rumbo hacia otras alternativas complementarias o sustitutivas. Siempres suele haber una salida y una solución. Aunque, efectivamente, a veces no queda solución posible.
Hola Jaime: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Sin embargo, yo estoy hablando de situaciones límite, binarias, en las que la opción es a) seguir o b) no seguir. Creo que puedes seguir y reinventarte o no seguir y reinventarte también, pero la decisión más difícil de tomar siempre es la de cortar por lo sano y volver a empezar desde cero, aprovechando, por supuesto, la experiencia acumulada. Muchas gracias por tu comentario. Luis.
Luis, muy acertado tu post, se nota que es una experiencia que has vivido.
Yo desde mi perspectiva lo q veo mas duro es la parte emotiva.
En las escuelas d negocio simpre dicenq no hay q enamorarse d la idea, comparto la idea hasta cierto punto.
Quiero decir q siempre tienes q tener una parte d ti q tire incondicionalmente dek proyecto y en momentos dificiles (como este)
Solo si estas enamorado encuentras esa fuerza.
Diria que marcarse hitos u objetivos concretos es fundamental, aunque sean sencillos, y un plazo para cumplirlos.
En el proceso hay muchos momentos dificiles pero la ilusion y la consecucion de objetivos nos sacaran adelante.
No obstante estoy totalmente de acuerdo con la idea d q un negocio es justamente ese un negocio y sirve para ganar dinero, no para perderlo
Un saludo