Hace siete años y un par de semanas tomé una de las decisiones aparentemente más arriesgadas de mi vida: dejar mi trabajo en Barcelona y trasladarme a Alcoy para crear una startup llamada e-contratos junto con dos amigos, Jordi y Javi. En realidad fue la decisión más sencilla e ilusionante que había adoptado hasta entonces; pese a que e-contratos murió hace poco más de dos años, sigo pensando que fue una buena decisión.
Desde aquel día he cambiado seis veces de casa y he vivido en tres ciudades distintas, he creado dos empresas desde cero y tenido cargos de responsabilidad en otras dos y he disfrutado aprendiendo, colaborando y participando en muchas decenas de negocios relacionados con internet.
Contra todo pronóstico, siete años menos unos pocos días después de mi marcha, vuelvo a vivir en Barcelona; a diferencia de entonces, esta vez todas mis cosas no cabían en un vw golf desvencijado -no sé si esto es bueno o malo-, entre otros motivos porque ahora tengo la suerte de emprender esta nueva aventura con Gemmurrín (y Tarzán).
Barcelona es una ciudad maravillosa, pero algo me dice que no va a ser el final del trayecto; me encanta vivir en ella y espero pasar muchos y buenos años aquí pero aquella primera aventura, el viaje de Barcelona a Alcoy, abandonándolo todo para crear algo desde cero, me enseñó que el mundo está lleno de oportunidades y que sólo hay que tener las ganas y la energía necesarias para aprovecharlas.
En el Hobbit, Tolkien puso en boca de Bilbo Bolsón una frase que recuerdo con mucha frecuencia cada vez que me planteo un nuevo proyecto o un cambio de casa, de ciudad o de vida:
“Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar”
Además de una gran verdad, este axioma define el principal motivo por el que merece la pena estar vivo: la incertidumbre. Aunque muchos buscan la seguridad en sus vidas, en sus trabajos y en sus negocios, es la incertidumbre, o mejor dicho, la certeza de que van a pasar cosas que no esperamos y que van a cambiar totalmente nuestra experiencia, perspectiva y expectativas, lo que hace que nos sintamos vivos y nos esforcemos por cambiar y mejorar nuestra realidad.
Bilbo Bolsón resumió las experiencias de su viaje en un libro que llamó “historia de una ida y una vuelta”. Yo sigo escribiendo el mío.
que historia más ilustrativa. Precisaente comentaba con unos compañeros que la cultura emprendedorea está muy poco extendida y la gente o se atreve a dar el paso. en las carreras universitarias se prepara a los jovenes para obedecer ordenes pero no para que ellos mismos creen sus propias oportunidades, siempre van a depender de la idea de otros. Es necesario incentivarlo más