
El hecho es que uno llega a su mesa, llena de faxes y de papeles que no estaban allí cuando se fue. Abre el correo y encuentra que apenas hay e-mails. “Qué bien, puedo estar tranquilo”. De repente se acerca el administrador del sistema y te dice que han tenido un pequeño problema y tus correos han desaparecido del servidor, pero que no había más de 100 ó 150. Cojonudo. ¿Ahora qué hago? ¿Envío un e-mail a todos mis contactos diciéndoles que si me han escrito algo me lo vuelvan a enviar? ¿O mejor espero a que me vuelvan a escribir? Total, si es algo importante o urgente, ya se molestarán… ¿Y si pierdo algún cliente por esto?
Empezamos mal.
El primer escalofrío recorre tu cuerpo y piensas “hay que ser optimista” “vamos empezar con asuntos nuevos, a buscar nuevos clientes, a mover el tema”. Eso mola. Cuando uno es un culo inquieto, la perspectiva de empezar nuevos proyectos siempre ilusiona. Pero entonces es cuando te das cuenta de que los muertos están empezando a salir del armario y que aquel tema tan coñazo que creías olvidado renace de sus cenizas para joderte la vuelta de las vacaciones.
Se me han acabado las vacaciones. No sé quién coño me ha escrito durante las últimas semanas. Mis clientes deben estar que trinan. Tengo el despacho lleno de muertos vivientes. Los ewoks son pequeños ositos parlantes que viven como aborígenes en los árboles…
¡¡Aaaarghh!!!
Justo en ese momento, cuando todo parece perdido, cuando tu salud mental se encuentra en sus horas más bajas, cuando miras de reojo a las tijeras y las imaginas desgarrando tus venas, te das cuenta de que tienes la solución: ha llegado el momento de ponerse a procrastinar.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, procrastinar es diferir, aplazar. Sin embargo, la procrastinación es todo un arte. Como siempre, wikipedia -nuestra mejor amiga- ha adaptado el sentido general dela expresión a la realidad más rabiosa, y su definición es más entendible:
La procrastinación es la acción de postergar actividades o situaciones consideradas hostiles, a favor de otras más divertidas.
Vamos, que en vez de ponernos a hacer ese informe horroroso sobre el estado en que se encuentra un asunto que iniciamos hace dos años y que todavía se encuentra pendiente de señalar el juicio en primera instancia, cogemos y nos ponemos a escribir en nuestro blog (es sólo un ejemplo, ejem).
Según la propia wikipedia, la procrastinación puede estar ligada a algún tipo de trastorno mental. De acuerdo, es posible. Pero peor es sufrir en silencio el síndrome postvacacional, como si fueran las hemorroides, ¿no?.
Me siento tan identificado con la procrastina y tu último post, que voy a investigar un poco más sobre el asunto, ¿Será la solución? En mi opinión creo que necesitamos un complemento vitáminico extra para superar el síndrome postvacacional, algún plan de estos que nos salen tan bién, acompañado de algún líquido de prestigio que nos salve del abismo de la monotonía y la vuelta al trabajo. En el fondo, Luis, tenemos lo que nos buscamos, o dejamos de montarnos los planes que nos hemos montado este verano, o algún día falleceremos de un síndrome postvacacional. En fin, lo que está claro es que si intentas montarte los mismos planes durante todo el año, todo se tiene que sobrellevar mejor. Ánimo a todos con vuestro síndrome, que yo ya estoy pensando mi próximo plan anti síndrome, con grandes dosis de Gin-tonic y procrastina.